Monday, January 07, 2008

¿UN CENTRO RADICAL?

¿Está usted cansado de las riñas extremas? ¿Está usted cansado de ver el tiempo y recursos del pueblo americano—su tiempo y recursos—desperdiciados en amargos e ineficientes “nadas”? Bueno, usted no está solo. Parece que una porción de buena parte del pueblo americano en el medio se siente de igual manera.

A juzgar por el estado de las finales hacia las primarias parece que el electorado americano mira hacia un candidato que esté prestando atención al centro.

Los candidatos que parecen llamar a un cambio de las misivas programáticas y las agendas predeterminadas de grupos de presión están en mejor posición en las encuestas que aquellos que son percibidos como extremistas.

Esto no quiere decir que el pueblo americano espere que sus políticos no tengan principios y creencias. Pero en sus vidas diarias el pueblo sabe que muchos problemas no requieren una batalla campal para resolverlos.

Por otra parte, algunos americanos como Paul Krugman, el columnista tragafuegos del New York Times, piensan diferente y en la actualidad llaman a más partidismo (NY Times 26/12/07). El cree que la razón por la aprobación más baja del Congreso en su historia es porque los Demócratas no son lo suficientemente partidistas.

Otros, como el congresista Peter Hoeskstra, creen que los extremos son parte del problema, no la solución, en resolver problemas que requieren acercamientos prácticos, no debates ideológicos (GR Press 18/12/07). El cree que ambos partidos deben moverse hacia un “medio radical”) para comenzar a tratar con los problemas en este país. Sin embargo, dice más aún, cuando miembros de ambos partidos tratan de unirse para trabajar sobre los asuntos, entonces son castigados por los extremos de ambos partidos.

Todos hemos escuchado decir que la verdad siempre se encuentra en el medio. Esto puede que sea o no verdad, pero si una cosa es cierta, hay plena evidencia de cómo los extremos a menudo nos han llevado a tragedias históricas. Desde Rusia a España, y casi más recientemente en Venezuela, hasta en nuestra propia nación, las páginas de la historia humana están llenas de guerras civiles resultadas de la intransigencia, la intolerancia, el egoísmo y las guerras de propaganda de los extremos.

Reclamando cada cual una comprensión total y la única posible versión de la verdad o sola opción correcta en una situación de conflicto, los extremos a menudo ignoran, a veces intencionalmente, la posibilidad de un acuerdo práctico. Cada cual piensa que tiene un entendimiento radical de una situación, y un entendimiento de las raíces de un problema (verdadero sentido de la palabra radical), y por tanto una solución única. Sin embargo, la mayor parte de las veces están sencillamente plantados o mirando desde las ramas de su posición extrema y no desde el centro donde las raíces se encuentran verdaderamente.

Lo que el congresista Hoekstra llama “el medio radical” y yo he llamado el “centro radical”, no es y no debe ser un refugio para evadir tomar decisiones duras sobre cualquier asunto. No es tampoco una negociación sobre los principios sino una manera de enfocarnos en lo esencial y en lograr hacer las cosas.

Los extremos son minorías pero son ruidosos, vociferantes y valiosos en llamar la atención a los asuntos. Pero la mayoría de las veces se convierten inefectivamente en bloqueos de soluciones a los mismos problemas que desean resolver y por los que protestan tan voluminosamente. Los electores americanos necesitan apoyar a aquellos miembros de sus partidos quienes buscan, en lo mejor de las tradiciones cívicas americanas, encontrarse con otros en el medio. Aún cuando algunos, como el Sr. Krugman crean que “ese terreno medio no existe”.

En una diversa y pluralista sociedad como la nuestra, en medio de un mundo cada vez más encogiendo, debemos valorar y tener en mente la herencia de civismo de la Revolución Americana. El congresista Hoekstra ha expresado la misma frustración que casi todos los americanos sienten. Pero también ha propuesto un reto en medio de nuestro discurso cívico y político. Démosle una bienvenida.