Sunday, September 14, 2008

¿Que le ha pasado a Obama y al Partido Demócrata?

En realidad nunca ha habido un partido socialista ni de la “clase trabajadora” de envergadura en los Estados Unidos. Lo más cercano a un partido social-demócrata lo ha sido el Partido Demócrata. Por generaciones este partido ha representado una casa de refugio político para las clases trabajadoras, de la clase media y los inmigrantes. Entre los inmigrantes encontraron refugio también aquellos de países católicos, quienes por su condición de inmigrantes eran también pobres, de clase trabajadora, y eventualmente de clase media. ¿Pero que le ha pasado al partido que produjo a un presidente católico, hijo de inmigrantes irlandeses?

Como promulgador de la movilidad social el Partido Demócrata es ahora victima de su propio éxito. Según la población de minorías, inmigrantes, obreros y sus hijos ascendieron socialmente a través de legislaciones pro derechos civiles, “acción afirmativa” en el empleo y la educación, las causas—su razón de ser—del Partido Demócrata comenzaron a cambiar.

Negros y blancos comenzaron a tener un campo de juego mas nivelado (como dicen “a leveled playing field”) en la competencia social. Con más tiempo disponible en sus manos sus intereses comenzaron a diversificarse a la par con sus ascendencias sociales. Se añadieron otras causas, el ambientalismo, los derechos de los homosexuales, el feminismo.

Hoy día esas causas transcienden la exclusividad de un solo partido. Ahora al Partido Demócrata le quedan solo los “slogans” y la memoria institucional de esas luchas. Vestido de un lenguaje de izquierda su discurso político hoy no pasa del infantilismo y la superficialidad y un corre y corre entre teorías conspiratorias a medio cocinar.

La misma movilidad social que permite ahora a los descendientes de inmigrantes escoger entre educación pública o privada para sus hijos, es la misma movilidad que ahora permite, sin remordimientos ideológicos, la movilidad entre partidos y el variado menú político.
Entonces, ¿que le pasa a Obama y al Partido Demócrata, que aún con la situación económica a su favor no solo no pueden superar a McCain en las encuestas, sino hasta han quedado atrás en algunas?

Primero que nada redujeron el atractivo de Obama a un simbolismo de cambio, basado en una justicia social racial todavía por redimir. Pero por virtud y éxito de su propia nominación el racismo no es ya un tema crucial. Por otra parte, al escoger a un veterano como Biden, representante del mismo viejo sistema de la política en Washington que Obama hace campaña para cambiar, Obama ha cancelado subliminalmente su tema del cambio.

Como hemos mencionado anteriormente en estas páginas, Obama si representa un cambio. Pero el no es el único. La gobernadora Palin representa cambio también, y al menos subliminalmente un cambio sobre Biden, un cambio en el Partido Republicano y un cambio sobre la manera en que el Partido Demócrata trató a su primera mujer candidata a la presidencia. La palabra “cambio” se quedó en slogan en la campaña de Obama, pero se convirtió en realidad práctica en la de McCain.

Para una inmensa parte del electorado, incluyendo a los llamados “Demócratas de Reagan” (aquella demografía de minorías, inmigrantes, obreros, etc.), el Partido Demócrata es hoy día regido por una condescendiente elite de Harvard y del establecimiento mediático de Manhattan y Washington, los cuales los consideran, en palabras del mismo Sen. Obama como “amargados aferrándose a sus armas o a la religión”. Es una clase dirigente de un partido donde existe la diversidad de apariencias, de sexo, de raza y de etnias, pero donde rige la homogeneidad de pensamiento.

Para esa inmensa parte del electorado, el Partido Republicano es hoy día más democrático en su diversidad de opiniones, como es de juzgar por las discrepancias mismas entre Palin y McCain en temas como el calentamiento global, el aborto y otros. En el Partido Demócrata, estos temas son dogmas, que en palabras de Al Gore, “no están abiertos a la discusión”.

Otras cosas han cambiado. Con el asentamiento y reducción de la agenda feminista a una del derecho al aborto y a la igualdad de puestos con los hombres, también ha quedado establecido en la práctica que la mujer, en cuanto a lo social se refiere, lo puede todo. Que una mujer puede llegar a postularse para presidente y llegar a esa meta ha quedado establecido.

Pero a una nueva generación de mujeres jóvenes, criada intelectualmente en los estudios feministas (“gender studies”) le ha tocado vivir no las teorías sobre el patriarcado y el deconstruccionismo y sus agendas de los 60 a largo plazo, sino las realidades prácticas y las opciones existenciales, muy humanas, entre relaciones, familia y trabajo.

A esa generación le ha tocado vivir entre el feminismo retórico de Hillary y el feminismo práctico de Palin. Mientras las primeras feministas fundaron vidas sobre sus carreras, militancias y protestas, las segundas han fundado carreras sobre sus vidas de estudio y trabajo, relaciones y la crianza de niños. Mientras lo criticaban, las primeras feministas se unieron al sistema, casándose con hombres poderosos, desde abogados y políticos y hasta un presidente de la nación, las segundas, de clase trabajadoras y media, se casaron con “Joe Six-pack” (Juan del pueblo) hombres que se quedaron en casa con los niños, y en general hombres trabajadores.

Mientras las primeras feministas predicaron que había que poner la carrera sobre los hijos y los hombres, las segundas feministas lograron tener carreras, hijos y maridos.

La Palin ha demostrado desde sus puestos como miembro de un consejo de padres y maestros, la alcaldía y hasta la gobernación, que la mujer lo puede todo, hasta tener un bebe con síndrome de Down sin tener que abortarlo por una carrera profesional. En realidad, las primeras feministas aparecen como no querer que las mujeres lo tengan todo. Una mujer que puede lograrlo todo sin la dependencia ideológica, ni soluciones de gobiernos centralistas, es una amenaza para las otras feministas que han hecho carreras públicas de la "victimación" de la mujer, y como mediadoras de la definición de lo que es una feminista verdadera.

Dentro del primer feminismo, en especial en los mundos de la academia y la política los hombres aprendieron a feminizarse, aceptando cada vez más las demandas de las feministas, condescendiendo por aquí, no atreviéndose a decir nada por allá. Los hombres del segundo feminismo aprendieron por necesidad a entenderse con mujeres fuertes que no dejaron de ser mujeres, ni en el hogar, ni en el trabajo.

Del mismo modo en que Obama debía quedar protegido sobre cualquier ataque porque cualquier ataque sería considerado como racista, Hillary debía haber quedado protegida sobre cualquier ataque porque cualquier ataque contra ella sería considerado sexismo. Sin embargo, no fue protegida. Pero mientras Hillary tuvo que recurrir al llanto para obtener simpatías y votos, Palin solo ha tenido que dejar a la prensa pro Obama demostrar su campaña contra ella. Palin no ha sido protegida por su sexo, al contrario, ella es atacada por ser mujer, por ser mujer no del molde de la mediática de las primeras feministas. Ella no es la mujer de su ideal. Pero a la mujer de su ideal, Hillary, a esa mujer fue la que el Partido Demócrata echó a un lado.

La agria lucha entre Hillary y Obama ha dejado al desnudo la gran división y transformación dentro del Partido Demócrata. Ahora hay pánico y arrepentimiento entre muchos que apoyaron a Obama, y piensan que la boleta invencible hubiera sido Clinton-Obama. Ello hubiera cumplido dos metas históricas: la primera mujer presidente, y el primer vicepresidente negro. Cancelando a un lado a McCain la lucha hubiera sido en realidad entre Hillary y Palin y entre dos versiones de feminismo. Obama hubiera aumentado su perfil internacional y experiencia en política extranjera como vicepresidente, y aún joven al fin de cuatro u ocho años podría postularse para presidente.

Ahora, mientras el esposo de Palin aparece como un hombre seguro de si mismo, apoyando a su esposa, Obama aparece como un hombre inseguro, condescendiente y minúsculo. El Sr. Palin aparece como un hombre fuerte, que sabe que su mujer se puede defender por ella misma. Obama aparece como un metrosexual, comprometido con el miedo a ofender, excepto para comparar a una mujer independiente con un cerdo. Es en medio de todo esto que Obama ha perdido terreno y al Partido Demócrata le ha salido el tiro por la culata. Mientras se supone que Obama está corriendo contra McCain, en realidad está corriendo contra Palin.

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