Cuando mi hermano fue seleccionado por el Ejército de los Estados Unidos como uno de los cinco graduados más altos de su clase médica y enviado a Walter Reed nos sentimos muy orgullosos. Allí el permaneció cinco años. Durante ese tiempo, como terapista respiratorio, atendió al Sen. Biden, al Presidente Reagan, al Vicepresidente Bush, al Presidente Duarte de El Salvador y a las familias de miembros del Gabinete y de Congreso.
Ahora escuchamos que hay un escándalo en Walter Reed, el que los heridos americanos de los conflictos de hoy no están siendo bien tratados. Y si es así, entonces vergüenza para todos los envueltos. ¿Pero como empatamos esa noción con la reciente innumerable cobertura en las noticias sobre lo avanzado y de lo mejor que es Walter Reed como facilidad médica? La respuesta es política, pura política.
Si, ha habido casos de mal manejo burocrático. ¿Qué se puede esperar de las burocracias? Pero el escándalo verdadero no está en la falta de pintura aquí y allá, o la serie de vueltas por las que pasan los soldados y sus familias de vez en cuando. El verdadero escándalo está en los servicios ambulantes y generales en el sistema de la Administración de Veteranos (VA). Los han cogido con los calzones en el suelo y ellos lo saben.
Desde la guerra de Vietnam la rama militar no ha tratado a tantos soldados heridos como lo hace hoy. Ahora han atado este “escándalo de Walter Reed” a los hospitales del VA como una aparente reexaminación comprehensiva del tratamiento de los veteranos cuando cualquiera que haya tratado con el sistema del VA sabe que ha estado en necesidad de reparación por décadas.
El llamado escándalo del Walter Reed Army Hospital me recuerda la escena en Casablanca cuando el corrupto inspector Renault clama “Estoy en shock, shock que hayan mesas de juego aquí”. Ellos han sabido esto por largo tiempo.
El sistema del VA se ha convertido en un sistema de recompensas políticas para alcahuetes afiliados a un partido político a través de la acción afirmativa. Esto no es un insulto a la mayoría de gente buena y calificada que trabajan ahí, pero existe un elaborado y sofisticado sistema de conexiones políticas subalternas operando para llenar los vacíos de posiciones y plazas en el sistema de hospitales del VA. Ahí es donde la verdadera investigación debe suceder.
Mientras tanto los políticos han escogido manchar la reputación de quienes trabajan en Walter Reed. Y antes de que alguien salte y piense que estamos aquí hablando de política partidista, el problema cruza líneas partidistas. El problema es un ataque hipócrita no solo contra una venerable institución y una gente dedicada pero más importante el abandono que algunos de nuestros mejores ciudadanos sufre tras haber ofrecido cuerpo y vida por el resto de nosotros. Ellos merecen mejor que posturas y engrandecimientos políticos.
Y aún, ahora encontramos que el presente estado de cuentas en Walter Reed y los hospitales del VA es resultado de—adivine—recortes por el Congreso. Pero no espere que esos recortes hayan afectado a las mejores camas y cuartos de hospital entre ellos; los que son reservados en Walter Reed para políticos de altura en DC y para dignatarios extranjeros, cortesía del contribuyente americano.
El personal médico y general en Walter Reed son la crema. Después de todo, los políticos solo quieren lo mejor para ellos y sus familias mientras dejan el sistema del VA a la política de la Acción Afirmativa. Es parte de su plan privado de salud. Cero HMOs para ellos. Cero líneas de espera por horas como en el hospital del VA promedio.
Tal vez, al igual que en Casablanca, si quieren resolver el “escándalo de Walter Reed” deberían comenzar por “arrestar a los sospechosos usuales”.
Ahora escuchamos que hay un escándalo en Walter Reed, el que los heridos americanos de los conflictos de hoy no están siendo bien tratados. Y si es así, entonces vergüenza para todos los envueltos. ¿Pero como empatamos esa noción con la reciente innumerable cobertura en las noticias sobre lo avanzado y de lo mejor que es Walter Reed como facilidad médica? La respuesta es política, pura política.
Si, ha habido casos de mal manejo burocrático. ¿Qué se puede esperar de las burocracias? Pero el escándalo verdadero no está en la falta de pintura aquí y allá, o la serie de vueltas por las que pasan los soldados y sus familias de vez en cuando. El verdadero escándalo está en los servicios ambulantes y generales en el sistema de la Administración de Veteranos (VA). Los han cogido con los calzones en el suelo y ellos lo saben.
Desde la guerra de Vietnam la rama militar no ha tratado a tantos soldados heridos como lo hace hoy. Ahora han atado este “escándalo de Walter Reed” a los hospitales del VA como una aparente reexaminación comprehensiva del tratamiento de los veteranos cuando cualquiera que haya tratado con el sistema del VA sabe que ha estado en necesidad de reparación por décadas.
El llamado escándalo del Walter Reed Army Hospital me recuerda la escena en Casablanca cuando el corrupto inspector Renault clama “Estoy en shock, shock que hayan mesas de juego aquí”. Ellos han sabido esto por largo tiempo.
El sistema del VA se ha convertido en un sistema de recompensas políticas para alcahuetes afiliados a un partido político a través de la acción afirmativa. Esto no es un insulto a la mayoría de gente buena y calificada que trabajan ahí, pero existe un elaborado y sofisticado sistema de conexiones políticas subalternas operando para llenar los vacíos de posiciones y plazas en el sistema de hospitales del VA. Ahí es donde la verdadera investigación debe suceder.
Mientras tanto los políticos han escogido manchar la reputación de quienes trabajan en Walter Reed. Y antes de que alguien salte y piense que estamos aquí hablando de política partidista, el problema cruza líneas partidistas. El problema es un ataque hipócrita no solo contra una venerable institución y una gente dedicada pero más importante el abandono que algunos de nuestros mejores ciudadanos sufre tras haber ofrecido cuerpo y vida por el resto de nosotros. Ellos merecen mejor que posturas y engrandecimientos políticos.
Y aún, ahora encontramos que el presente estado de cuentas en Walter Reed y los hospitales del VA es resultado de—adivine—recortes por el Congreso. Pero no espere que esos recortes hayan afectado a las mejores camas y cuartos de hospital entre ellos; los que son reservados en Walter Reed para políticos de altura en DC y para dignatarios extranjeros, cortesía del contribuyente americano.
El personal médico y general en Walter Reed son la crema. Después de todo, los políticos solo quieren lo mejor para ellos y sus familias mientras dejan el sistema del VA a la política de la Acción Afirmativa. Es parte de su plan privado de salud. Cero HMOs para ellos. Cero líneas de espera por horas como en el hospital del VA promedio.
Tal vez, al igual que en Casablanca, si quieren resolver el “escándalo de Walter Reed” deberían comenzar por “arrestar a los sospechosos usuales”.